Pese a que no se le presta la atención necesaria y que aún no es muy tratado, casi todos conocen las consecuencias físicas que genera el estrés. Sin embargo de lo que aún no se ha hablado es de cómo afecta el sentido de la visión.
Hasta hace unos años, se consideraba que los daños a la mácula correspondían únicamente a adultos mayores, pero sorprendentemente se presenta cada vez más en personas jóvenes, entre los 15 y 40 años.
Los casos en personas jóvenes (menores de 40 años de edad), se debe al constante estado de nerviosismo y ansiedad en que viven. Lo que sucede es que la mácula se inflama y provoca una mancha que impide la visión central nítida, la cual se recupera cuando el estado emocional se normaliza.
Se trata de una afección temporal que puede corregirse mediante antiinflamatorios pero sobretodo, al aprender a controlar las emociones y cuidándose del entorno, pues el ojo no solo sufre por esta afección sino por otros factores a los que estamos expuestos a diario en la vida moderna: la luz de los dispositivos electrónicos, la luz artificial o los constantes cambios de luminosidad en las jornadas laborales.
Numerosas investigaciones realizadas indican que la exposición a largo plazo, sin protección a la luz solar, puede desencadenar muchas enfermedades, todas relacionadas con la degeneración macular. También existe la posibilidad de desarrollar cataratas y otros trastornos oculares comunes.
Es por ello que lo mejor que puedes hacer para evitar que esto suceda es proteger a tus ojos de la exposición UV en todo momento y hacerlo desde una temprana edad, desde la infancia.
Afortunadamente la tecnología en el área de la salud visual ha avanzado notablemente y ya en el mercado se encuentran lentes fotosensibles que protegen los ojos de los rayos UV, el deslumbramiento, cambios constantes de iluminación y la fatiga ocular.
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