Recuerdo que cuando era pequeño mi padre me decía que uno cuando aprende a tocar la guitarra no puede hacerlo, como hace la mayoría de la gente, con una guitarra barata. La explicación a esta afirmación venia inmediatamente después: “Cuando el oído se está educando, debe hacerlo con sonidos limpios y puros. No deformarse con imperfecciones.”
Pasaron los años, estudié óptica. Casi terminada la carrera era hora de elegir óptica para realizar las prácticas y recordé el consejo de mi padre. Entonces aposté duro, saltó la banca y aquí estoy, en La Gafería.
Como un pastel, La Gafería entra por los ojos. El buen gusto, el local y sus gafas. Las colecciones que aquí se trabajan no son solamente bonitas, en ellas resalta la calidad. Calidad que será uno de los principales ingredientes con los que trabajamos.
A medida que te adentras en el concepto te das cuenta que La Gafería va más allá, mucho más allá. El gabinete y el trabajo que se realiza en el mismo es el factor diferencial. Los mejores medios técnicos para graduar y evaluar la salud ocular del paciente manejado por un equipo humano espectacular.
Aquí no trabajamos como se suele, sino como se debe. Dando a cada persona que entra por la puerta una solución visual de calidad adaptada a sus necesidades como usuario. Valorando las opciones posibles y eligiendo la mejor para su confort y calidad visual. La cuestión no es sólo vender gafas o lentes de contacto. Nosotros vendemos soluciones visuales.
La Gafería es una guitarra de luthier, un luthier llamado Laura González y allí es donde puedo decir que me hice óptico. “Semper in gratia”.
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